Chorreras
del Molinillo, también dichas de la Virgen. Se forman con las aguas del deshielo que corren por los borreguiles de la ribera izquierda del río Dílar
en su curso alto, frente y por debajo de los observatorios. Con esta ruta en unos meses ya
hemos paseado buena parte del río y nos queda sólo una caminata, con
su correspondiente comida, por la parte de Sanlúcar que es donde desemboca el
Dílar.
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Granada y la Vega |
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Desde la Virgen de las Nieves el Zaidín, Purchil, Belicena, Santa Fe, Chauchina, el aeropuerto. |
La
excursión podríamos calificarla de pre-alta montaña porque queda por debajo de
las cumbres pero es todavía tierra de prados y borreguiles a un escalón por
encima de los pinares y robledales de las alturas medias.
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Aguas y prados |
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Estamos por debajo de las cumbres, arriba el Veleta |
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Prados de altura |
Sin
ser de especial dureza, esta excursión es incómoda de andar en alguno de sus tramos porque no
hay vereda y hay que caminarla con
fuertes pendientes y pisando un piornal espeso
que oculta las irregularidades del suelo. En total son unos catorce kilómetros
de distancia y algo menos de ochocientos metros de desnivel acumulado. Salida y
llegada desde el aparcamiento de la Hoya de la Mora. La ida por las pistas de
esquí hasta el collado sobre la laguna de las Yeguas y desde allí los barrancos
abajo hasta las chorreras, con vuelta por la carretera de los observatorios.
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Aparcamiento en la Hoya de la Mora. Arriba el primitivo observatorio recién restaurado. |
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Camino de la Virgen de las Nieves |
Durante la
primera parte se anda por las pistas de esquí. Cuando como ahora
están desnudas de nieve queda al descubierto un paisaje árido, reseco y estéril, sembrado de torres metálicas y peinado por surcos y canalillos de desagüe
construidos para que las tormentas de agua
no hagan barranqueras. La nieve maquilla habitualmente la piel de la estación pero
cuando falta, su aspecto pelado hace claramente perceptible que el esquí sí tiene
un impacto natural importante. No son estas pistas una vista grata como no lo son
los edificios de Pradollano, engendro mitad playero mitad montañés
(pretendidamente). Es muy lamentable que un parque nacional se haya vendido por
apartamentos pero bueno, ya está hecho y se supone que representa no se cuanto del
PIB provincial. Que, al menos, no se amplíe. Pero me llama la atención que este entorno feo y de pijerío “king size” parezca cosa natural. Y que por el contrario se critique con rabia y
exageración la zona de la Hoya de la Mora, adónde llegan los turistas de poco
pelo buscando pisar la nieve, en muchas ocasiones por
primera vez. Puede que la estampa de
gente amontonada deslizándose en plásticos improvisados sea cateta y algo cutre
pero no le falta “lógica popular”. Las cabañas de madera con bares y tiendas
de quincalla alpina son tan feas como los tejados rojos, verdes y negros de la
urbanización. Pero mucho más pequeñas y menos dañinas para el campo.
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Empezamos a subir |
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Pistas de esquí lunares... |
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El telecabina y los depósitos de agua |
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Paisaje pelado de las pistas sin nieve, apenas sobrevive algún pequeño borreguil |
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Los peatones entran por las ventanas |
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Pues eso, subiendo... |
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Pista del Río |
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Esa bonita urbanización |
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Las casetas de madera de la Hoya de la Mora |
Fuera
parte las fealdades de la cosa del negocio deportivo, al levantar la mirada desaparece
el espanto porque son las vistas y el
horizonte de siempre. El día de esta excursión aún siendo verano y
habiendo algo de calima, el aire está medianamente limpio. Se aprecia
perfectamente la forma de media luna de Granada encabezando la Vega y el “hoyo” rodeado de montes que esta comarca forma junto con el Temple y el Poniente. Eso es lo que hay a un lado, la parte de la izquierda. Al otro, los llanos de Diezma, el malpais erosionado de los alrededores de Guadix y de fondo Sierra Mágina, Castril y la
Sagra. A mitad del paisaje, el Mencal en Pedro Martínez y detrás la sierra de Cazorla con el Rayal, el Cerro Vítar y todos los perfiles
de las alturas de Quesada. Sierra nevada desde allí es fácil fotografiarla, sobre todo en invierno cuando destaca su silueta blanca. En verano la misma foto hecha al reves, desde Sierra Nevada, es más difícil porque la calima ensucia el aire y la imagen apenas se ve. Por eso pongo aquí, especialmente
para disfrute de paisanos, una fotografía con los nombres superpuestos de los lugares. Y también pongo, a modo de ejemplo, una fotografía hecha desde allí, desde la alberca del
cortijo de Lacra debajo del Cerro de Vítar. Se ve el Veleta y a la derecha un poco se distingue, desde
tan lejos, uno de los observatorios.
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Granada y la Vega |
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La Boca de la Pescá y el Trevenque |
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Sierra Mágina, Mencal, Sierra de Cazorla |
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Los perfiles de Quesada, Cerro de la Magdalena y Vítar |
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Alrededores de Quesada vistos desde la Virgen de las Nieves |
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Desde la alberca del cortijo de Lacra en Quesada el Veleta y a la derecha arriba se distingue uno de los observatorios |
Otro
de los atractivos de esta excursión es la presencia casi constante de los observatorios, la cosa astronómica y científica. Hubo uno antiguo de la Universidad que hoy no se utiliza pero que acaban de restaurar. Hoy son dos, en la
loma que hace de partidor de vertientes entre el Dílar y el Monachil. Uno es de doble cúpula y lo regenta el Instituto
de Astrofísica de Andalucía. El otro tiene
una gran antena parabólica y se dedica a estudiar la radioastronomía y las
ondas milimétricas (supongo que esto consistirá en ver si se oye algo por ahí
fuera). Seguramente son estudios de nivel y de mérito pero yo prefiero imaginar los
inviernos allí arriba completamente rodeado de nieve y mirando desde detrás
de las ventanas como se va el sol. Y con
una copa de vino en la mano y ya de noche una buena conversación o discusión
y más vino. Vaya sería científicamente bastante menos interesante pero seguro que más divertido y bonito que sintonizar la radio de los marcianos.
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Estación de Borreguiles y observatorio IRAM de radioastronomía |
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Observatorio del Instituto de Astrofísica de Andalucía |
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La antena vista desde atrás |
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Cúpula y pareja de cernícalos |
Para llegar a las chorreras hay que bajar desde la zona de las Yeguas pasando junto a unos remontes. Al principio se baja por prados y borreguiles de aspecto muy poco sureño, llenos de ganado y
de pequeños regatos de agua que riegan y encharcan el suelo. Cuando acaban la pendiente es más pronunciada y el terreno se vuelve pedregoso. Incómodo de andar porque las piedras están ocultas por un espeso piornal. Se hace bastante penoso avanzar. En lo hondo, donde el valle se hace más estrecho y pendiente están las chorreras.
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Los remontes, los prados y las chorreras al fondo |
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Andando por los piornos |
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En las partes altas los hielos destrozan las rocas originando frecuentes desprendimientos |
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Un grillo tomando el sol |
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Un grillo en el pico del pájaro |
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"Lotus no se cuantos..." |
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Dedalera, de sus hojas se extrae la digitalina |
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Genciana |
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Piorno amarillo (genista versicolor) |
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Genciana de primavera. Endémica |
Las
chorreras son altas (no se cuantos metros) y grandes (se ven perfectamente en
las fotos aéreas). Están formadas por tres brazos que al poco se unen en un único
caño que cae vertical hasta el río. Se forman con el agua del deshielo que
baja de los borreguiles y lagunillos de las zonas altas. Cuando están en toda
su sazón es a principios de verano. Ahora ya estamos a mediados y además no ha
nevado mucho esta primavera pasada por lo que nos las encontramos a media asta. No obstante siguen siendo bonitas y llamativas.
La
vuelta es de nuevo por el piornal, ahora cuesta arriba. Se vuelve a pasar por los prados y
cuando parece que ya se ha llegado aparecen nuevos y fuertes repechos hasta que se alcanza la
carretera de los observatorios. Una vez allí, sólo quedan unos tres km de monótono andar por el paisaje
lunar del esquí hasta que se alcanza el coche en aparcamiento de la Hoya de la Mora.
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Empezando a subir |
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El agua corre por todas partes |
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La flor más común en los prados (no me refiero a la pequeña y amarilla) |
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Subimos intentando evitar los piornos |
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Grajos |
La
comida la hicimos al borde de la carretera en el antiguo hotel el Nogal hoy El Guerra. El mismo estilo y calidad que en la casa matriz de Huétor-Vega. El
vino de Huétor era agradable y también lo fue el servicio que remanecía de Ucrania. O de Polonia, como él mismo nos aclaró para evitar que pensáramos que era de la parte mala donde viven los malos. Las escenas de mucho amor y enamoramiento que presenciamos no las refiero porque pertenecen al chismorreo local y menor: El vino de Huétor se llama Pilongo, con dos oes no con tres ies.
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Una gaseosa para quitarnos la sed y no bebernos la cerveza de un trago. |
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Como en El Guerra de Huétor |
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El servicio muy agradable. |
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