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martes, 23 de septiembre de 2014

Cerro del Caballo

El Caballo desde el mirador de la Rinconada de Nigüelas

A pesar de que le digan cerro, que parece cosa de accidente menor, El Caballo se entretiene en tener 3.011 m. según el mapa 1:25.000 del IGN. Inicia o termina la línea de cumbres en su extremo SO. Es por altura y fama un segundón del Veleta cuyo perfil recuerda vagamente y con el que a veces puede confundirse. Mirando desde el norte, desde Granada, se identifica claramente porque es el que remata la sierra, el último pico a partir del cual se inicia el descenso más o menos abrupto. Ese carácter de segundón hace que casi siempre se prescinda de él en las fotografías. Lo normal es tirar al bulto, al Mulhacén y al Veleta y prescindir del Caballo a pesar de ser el pico dominante y más visible en algunas zonas de Granada. Me ha costado, algo de, trabajo encontrar fotos suyas en mi archivo para poder ilustrar su imagen desde distintos sitios y lugares.

El Caballo desde la Boca de la Pescá

El Caballo desde el Cabañas

El Caballo desde el área de servicio de la autopista en Benalmádena (Está  a la izquierda del Mulhacén)

El Caballo desde la Cañada del Sereno

El Caballo desde el Cerro del Sol

El Caballo desde Elorrieta

El Caballo desde el Cerro Huenes

El Caballo desde el Mulhacén

El Caballo desde la alberca de Lacra

El Caballo desde el Zaidín

El Caballo desde Sierra Blanca, con Málaga debajo. (Está  a la derecha y debajo del Mulhacén)

El Caballo desde los Poyos de Monachil


La ruta elegida parte del mirador del Rinconada de Nigüelas. Para llegar allí hay que atravesar el pueblo, lo que hicimos después de haber desayunado razonablemente en el hotel Mayerling del Suspiro. Justo al cruzar el río Torrente empieza una pista de tierra  que en unos 15 Km. remonta un desnivel de aproximadamente 1.200 m. Como consecuencia una larguísima y lenta subida de continuas curvas y contra curvas, de rampas fortísimas y tremendos tajos en los que se producen  desprendimientos que, a veces, cortan el camino. Exagerando un poco, me recordó el relato, exagerado, de Pedro Antonio de Alarcón contando la subida que hizo en mulo desde Torvizcón a la Contraviesa (Viaje a la Alpujarra). En nuestro caso el mulo mecánico ni se quejó ni se le fueron pies ni dio problema alguno. Y como todo esfuerzo y movilización tiene su recompensa, después de un buen rato de calamidades el camino sale de la angostura y alcanza una zona alta y mucho más abierta donde, de golpe, se abre el paisaje a las consabidas vistas espectaculares. El día estaba entreverado de neblina con visibilidad mediana, la suficiente para asombrar.

Camino de Nigüelas

Padul y su laguna

Nigüelas

Mondújar, Talará, Murchas, Melegís, Restabal

Salobreña y el mar

La Vega, Sierra Elvira, Moclín entre la niebla

Alineados el Trevenque, el Peñón de la Cruz sobre Prado Negro y Sierra Mágina
Desde el mirador donde se inicia el camino son poco menos de cinco Km. hasta arriba. Hay algunas rampas fuertes, especialmente al principio, pero nada del otro mundo. La mayor dificultad reseñable es que la subida es continua y sin calentamiento previo, las cuestas empiezan justo al bajar del coche. En el último tramo la vereda se pierde a menudo en el pedregal,  siendo obligatorio orientarse con los pequeños montones de piedras que la marcan. Lo ideal hubiera sido, tras hacer cumbre, darse una vuelta por la laguna del Caballo y alrededores. No lo hicimos por falta de tiempo pues teníamos que explorar un restaurante recomendado de Dúrcal.  El día parecía bueno. Apenas alguna nube enredada en las alturas que no parecían de cuidado (luego resultó lo contrario). Sobre el invierno terriblemente seco, ni siquiera una pequeña tormenta, poco que decir: está tan seco el campo que parece oirse a las plantas quejarse. Hace falta agua. Conforme subíamos, la niebla crecía allí arriba.

Mirador de la Rinconada de Nigüelas

La subida, desde el primer momento

Dejando a nuestra espalda el Valle, Almijara, Pico del Lucero, La Maroma...

A la izquierda, Granada

El piornal sobreviendo a la sequía

Se asoma en el horizonte la parte de Quesada, el Rayal, el Cabañas... La niebla impidió luego una vista mejor

Asoma también un viejo conocido

Parece que cada vez hay más nubes

Cada uno a su ritmo

Estamos llegando a las nubes

La verea desaparece en un pedregal de aspecto lunar (según cuentan porque yo no he estado)

Ultimas subidas

Dentro de las nubes


Las vistas desde el Caballo son inmensas según refieren y he visto en fotos de otros: El río Lanjarón y las lagunas que lo acompañan, Mulhacén y Veleta, los barrancos bajando "desde la nieve al trigo"... Nosotros no vimos nada, completamente cegados por la niebla. Una excusa para subir el año próximo. De cuando el cuando abría algo la espesura ofreciendo visiones fantasmagóricas del paisaje alrededor.


La Loma de Cáñar entre la niebla

Laguan y refugio del Caballo

El río Lanjarón
Y la bajada. El que no sabe puede pensar que no precisa esfuerzo y que puede uno bajar tranquilamente mirando a un lado y al otro, entreteniéndose con esta planta o aquella vista... Error, son el tormento de las rodillas y los amortiguadores. Las pocas veces que tengo agujetas vienen de rutas con fuertes y largas bajadas. Pero algo bueno tienen, que ya se adivina el bar y sus cosas. Al olor de la cerveza los últimos metros son al trote cochinero.

Bajamos

Salimos de las nubes

Los Alayos vistos por la espalda

Pobres rodillas!
Ya se ve abajo el coche
 Trote cochinero el del coche saltando la pista abajo camino de Dúrcal. Fernando López Rejón nos había recomendado el mesón El Puente, a la salida del pueblo. Mesón de toda la vida pero en nuevas manos. Íbamos algo escamados por la cosa mediterránea-fusión, escaldados por alguna terrible experiencia moderna que sufrimos anteriormente en la zona pero, confiando en el recomendador, allí que acudimos. Un aspecto antiguo de mesón de carretera de los de toda la vida, junto al puente que cruza el río Dúrcal, debajo del puente de lata del viejo tranvía, con una agradable terraza. Y sí, un toque nuevo o moderno superpuesto  a la base añeja. La tapa de ensaladilla de la primera cerveza nos resolvió cualquier duda. Compran  mercancía a pequeños productores de la tierra lo que además de buen sabor le da a la comida un cierto encanto además de sabor. A partir de la primera cerveza un tomate del lugar aliñao, queso de oveja de Diezma y croquetas de espinacas. Todo muy rico. La tempura de langostinos y verduras crujiente y rica, nada que ver con los mazacotes de rebozados malos que sirven en algunos sitios. La carne, rica, tierna, con sabor y en el punto que la pedimos. El vino de Cogollos de Guadix, muy agradable. Los postres caseros también nos gustaron mucho. Nos atendió, magníficamente, Gloria que lleva el negocio con mucha gracia y cabeza. Terminamos discutiendo de economía rural. Para colmo, tienen 103 que es la "coñada insignia" de este alegre grupo excursionista. Repetiremos.

Tan contentos en la terraza 
Con la satisfacción del deber cumplido

Crujiente

Que rica la carne

La cosa del chocolate

Café y 103