Páginas

sábado, 13 de diciembre de 2014

Alto de las Catifas. Vistas de La Frontera de Granada.



En la entrada anterior se decía que la excursión al cortijo del Hornillo es una peregrinación al encuentro de las magníficas vistas que allí hay, las que se presentan de improviso, sorpresivamente. En esta de hoy no se da tal sorpresa, no la hay. Las vistas son grandiosas pero están presentes desde el primer paso y durante todo el camino. Aquel paseo del Hornillo es por una vereda que va hacia unas vistas y este de las Catifas es por otra que no va hacia, sino que está en mitad de las vistas.

Tuvimos  suerte y aunque gélido, el día fue magnífico y claro como suelen ser los días de invierno con viento norte.


Mañana fría

la cara norte, a la vista desde el primer paso

Collado Alguacil

Primeros metros del camino


La ruta parte del Collado Alguacil y llega hasta el Alto de las Catifas. Son unos 15 Km. ida y vuelta. Va desde unos 1.900 metros de altura hasta 2.336. Es vereda buena y bien marcada, trazada por el mismo filo de la cuerda o cordel de las Catifas. Es un páramo áspero y frío, alomado y suave de relieve, rodeado de barrancos, elevado sobre el entorno, sin estorbos a la vista y abierto a todos los vientos que arañan la cara del caminante. No hay refugio ni resguardo.  Es la contrapartida, el pago al disfrute de tan amplio horizonte.

Catifa o alcatifa es, según la RAE, un tapete o alfombra fina. De procedencia arábiga, se usa también en portugués y catalán. A la vista del significado el topónimo parece acertado. Una continua y uniforme cubierta de enebros y piornos recorre en una y otra dirección la loma por la que andamos. No hay árboles ni rocas ni obstáculo alguno que interrumpan el aspecto alfombrado.








Avanzando por la alcatifa


Al inicio del camino, el Collado Alguacil, se llega desde Güejar-Sierra por una carreterilla estrecha y pendiente que va ganando altura con mucha rapidez. Por debajo van quedando el Genil, el Maitena, los cortijillos, los castaños y los bancales escalonados por las laderas.


El fondo de los barrancos

Los cortijillos van quedando abajo

La nieve movida por el viento en las alturas




Desde el mismo collado se desvela un paisaje que ya se mantendrá casi inalterable el resto del camino. Hacia el sur la cara norte de los tres miles, desde el Picón de Jerez hasta más allá del Veleta. Siempre impresionantes especialmente cuando están nevados. Delante, la loma de los Cuartos que separa al Genil y al Maitena, justo debajo de nuestros pies. Como en pocos sitios se aprecia aquí en toda su enormidad el barranco del Guardón y el Corral del Veleta y según se avanza hacia el este, va cogiendo el Cerro de los Machos un perfil y aspecto alpino importante. Desde las Catifas quedan justo enfrente los Lavaderos de la Reina, que ahora completamente nevados parecen una pradera blanca y aborregada. Más allá la línea de cumbres camino de Almería con el Chullo y el puerto de la Ragua sobre el Marquesado del Cenete.




Corral del Veleta

Sierra Nevada hacia Almería
Nacimiento, congelado, de agua 




A la espalda se puede ver, es cosa más corriente, la Vega, Granada, La Maroma confinando con Málaga, Loja, Garapanda... Pero es al este y al norte dende la relación de lugares y accidentes visibles se vuelve apabullante: Toda la sierra de Rétor, Darro y Diezma, los Montes Orientales, Maginar... Más a la derecha, detrás de Guadix y de los llanos del altiplano, las sierras de las Villas, Cazorla, el Pozo, Castril y la Sagrar. Un poco más a la derecha Baza y detrás la sierra de María, ya en Almería y sobrevolando Murcia.


LLegando a las Catifas

El vértice geodésico de las Catifas


Al fondo, detrás del Calar de Güejar, Granada, la Vega...

Antiguo albergue de San Francisco



Lavaderos de la Reina

Cerro de los Machos



Umbría de Viznar y a la izquierda Moclín, a la derecha Alcalá


Contemplado todo a la vez, en visión panorámica, la impresión es sensacional, como estar volando por encima de un mapa. Algunos detalles no se aprecian mucho a simple vista. Sólo se descubren al editar las fotografías, al modificar contrastes y colores para mejorar la claridad. Se descubre Mochín y su fortaleza, Alcalá la Real y la suya, el castillo y santuario de Tascar, Iznatoraf en su cerro sobre la Loma de Úbeda, a sus pies Villacarrillo y en lo hondo de la neblina Torreperogil y Sabiote. Úbeda y Baeza quedan ocultas por Sierra Mágina. Casi al alcance de la mano las vegas de melocotones y alamedas de Fardes, Guadix y Purullena, el malpaís de barrancos cubistas camino del Negratín.


El Mencal, detrás sierras de Cazorla y el Pozo


Mencal, detrás Peña de la Dehesa y detrás Puuerto Ausín y cerros de la Magdalena y Vítar sobre Quesada

Rayal y debajo santuario y castillo de Tíscar

Alquife, Lacalahorra, Dólar...

Guadix

Iznatoraf



Es, lo que se divisa, el sector oriental de la frontera del reino de Granada. La tierra de  los romances fronterizos, moriscos, del romancero viejo. Viendo una de las fotos se me viene a la memoria aquel de...





Caballeros de Moclín
peones de Colomera,



entrado habían en acuerdo,



en su consejada negra,



a los campos de Alcalá
 5


donde irían a hacer presa.



Ese que decía aquello de "Para tanto caballero, chica cabalgada es esta", frase lapidaria de mucho uso práctico. Es la frontera tierra de novelas históricas románticas como la de  "Pedro Hidalgo o el Castillo de Tíscar". Fue esta tierra frontera que sólo dejo de serlo con la Toma de Granada y que recuperó la condición con la sublevación de Abén Humeya. Hablando de esta frontera no puede faltar aquí un recuerdo al historiador quesadeño-galduriense Juan de Mata Carriazo, al que en su jubilación como catedrático hispalense publicaron un tomo precisamente titulado "En la frontera de Granada".




Sierra Mágina

La Sagra, Jabalcón...

Santa Fe, aeropuerto, Chauchina

Sabiote y Torreperogil


Detalle de los lavaderos de la Reina


Asomándose, el observatorio de ondas milimétricas

Malpaís


La Maroma





Y ya está. No me voy a extender más porque no será esta la última ni principal ocasión de mencionar la Frontera, a los romances, a Carriazo, a Tíscar, a Menéndez Pidal y su "Flor Nueva de Romances Viejos" que son los de mi predilección. Sólo añado que aunque sin fotos, comimos en Las Lomas, a la entrada de Güejar. No estuvo mal pero la cerveza, como casi siempre en Granada, si la tiraron mal y el queso, recién sacado del frigorífico, como que perdía gracia.

Como nota final, N.B., añadir que los perros, Lobo y Luci, van atados porque es obligatorio en los parques nacionales y que en cualquier caso lo irían, porque son unos cabroncillos que ven un rebaño de ovejas y lo corren por toda esta provincia y alguna de las limítrofes.