La ruta que
hicimos el 25 de febrero de 2015 nos llevó al Puerto de Frigiliana en la sierra
de Almijara. Junto a la de Tejeda forman el parque natural que comparten las
provincias de Málaga y Granada. Una zona poco pateada por nosotros pues apenas
habíamos hecho un par de años antes la subida al pico del Lucero (ver entrada) y
teníamos ganas de volver.
Tras
analizar varias alternativas y aplazando por unas semanas la subida a La Maroma
por temor al hielo, elegimos el sendero llamado de los resineros que desde el
puerto de Frigiliana recorre la base del Lucero o Raspón de los Moriscos. El
acceso se hace desde Fornes, desviándose por el carril de La Resinera y
siguiéndolo curso arriba del río Cacín hasta la cadena que cierra el paso a los
vehículos.
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El río Cacín en el punto donde se deja el coche |
El
nombre que se le ha dado al sendero viene evidentemente del resinado de pinos
que hasta hace pocas décadas fue la actividad económica dominante en la
comarca. La grandes extensiones de "pinus pinaster" o pino resinero,
hicieron que a principios del siglo XX se estableciera aquí la compañía Unión
Resinera Española. Su objeto era la fabricación de trementina y colofonia
(resina sólida). El casi inmediato estallido de la Gran Guerra favoreció la
exportación a los países contendientes, la expansión del negocio y el impacto
económico en la comarca.
Para
la explotación, Unión Resinera levantó una fábrica junto al río Cacín y anejo a
ella, un poblado para los trabajadores y sus familias, dotado de escuela,
capilla, etc. Durante décadas, fue el motor económico de la comarca. Pero la
invención de la trementina sintética dejó fuera del mercado a la de producción "natural"
que desde finales de los años sesenta fue poco a poco desapareciendo. La
Resinera languidecía camino de su desaparición pero en agosto de 1975 el
proceso se aceleró súbitamente. Tras varios conatos a lo largo del verano, a
fines de mes se desata un tremendo incendio que arrasó más de 5.000 ha. de monte. ABC del
24 de agosto decía que "Las tareas de extinción se desarrollan con grandes
precauciones dado el peligro que supone penetrar en algunas zonas (...) Así,
hay que esperar a que las llamas consuman toda la vegetación para intentar
apagar los posibles rescoldos". El desastre fue total. Nuevos incendios en
1982 profundizaron los daños.
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La noticia del incendio en ABC. 24 de agosto de 1975 |
En
cualquier caso, la muerte de la explotación hubiera sido segura pues el sector
no podía competir con las nuevas síntesis industriales. Los incendios, seguramente
intencionados, añadieron al daño económico y laboral una catástrofe ecológica. Finalmente,
en 2002 la finca fue comprada por la Junta de Andalucía que estableció en ella
un centro de información para el parque natural y sobre todo, un vivero de
especies autóctonas del que hoy día salen plantas para la regeneración forestal
de toda Andalucía. Sin duda venganza poética de un lugar que casi desaparece a
manos del fuego.
La
ruta que hicimos tiene poco más de 13 kilómetros. En los
primeros, que se hacen también a la vuelta, se remonta el curso del río Cacín. Poco
después, desde las casetas donde vivaqueaban los resineros, se sube por una
cómoda pista forestal hasta el mirador del puerto de Frigiliana. Una vez allí,
el regreso se hace por la senda propiamente dicha de los resineros, que al
principio es muy abrupta y con tremendos precipicios por la parte que da al
mar. Sigue la vereda por la llamada Solana de los Moriscos, a los pies del
Lucero, algo más tranquila ya pero nuca demasiado cómoda de andar pues tiene
mucha piedra suelta (algún pequeño incidente hubo), fuertes repechos y troncos
caídos que dificultan el paso. Pero no son nada del otro mundo en cualquier
caso. Las mayores dificultades fueron las fortísimas rachas de viento que pusieron
algo de peligro en algunos pasos cercanos a los precipicios. Viento
tremendamente desagradable que reducen drásticamente el nivel de confort y que
empuja a acelerar el paso para llegar pronto a las zonas más resguardadas.
Estos inconvenientes del airazo perjudican gravemente la cosa fotográfica, que
hay que resolverla casi a la carrera, con problemas de equilibrio y sin reparar
demasiado en el encuadre y el enfoque (complicado en esas fotos a larguísimas
distancias donde los objetos se difuminan en un horizonte etéreo).
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Pantaneta en el río |
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Nos vamos acercando a la base del Lucero |
No
es la primera vez que hablamos en el blog de los incendios que han dejado
marcado por decenios el paisaje. Ya sabemos reconocer sus huellas en esos
grandes pinos aislados que se salvaron milagrosamente y que hoy sobreviven
rodeados de monte bajo. Por suerte, junto a ellos crecen pinos jóvenes, nacidos
tras la desgracia. Lástima que sean tan lentos los procesos naturales, tanto que
nosotros no veremos culminada la regeneración completa del monte. De todas
formas, conforme nos alejamos del foco, desaparecen los efectos del fuego y el
pinar recupera todo su esplendor. Y no sólo hay pinos, también añosos enebros,
sabinas, aulagas y junto al río, brezos en flor. Por el suelo muchos trozos de
cerámica, restos de los potes que se usaban para recoger la savia.
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Fuente en el camino |
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brezos junto al río |
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Musgo en la cuneta de la pista |
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Agua roja, agua verde |
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El Lucero o Raspón de los Moriscos |
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La cima del Lucero con las ruinas del puesto de vigilancia de la guardia civil |
Y
el regalo de las vistas, del que ya se anuncia algo en la ida, caminando bajo
la imponente mole del Lucero que desde aquí no presenta su clásico perfil
cónico. Pero es en el puerto de Frigiliana donde se abre inopinadamente el
panorama. Es allí donde confinan las dos provincias y también las dos
vertientes, la mediterránea y la del Guadalquivir. Desde este balcón al sur,
los barrancos descienden a velocidad de vértigo hasta alcanzar en pocos
kilómetros la costa. Tuvimos suerte ese día porque el mismo viento norte que
tanto nos castigó fue el que nos trajo un día claro y transparente. A nuestra
vista, debajo de nuestros pies, el mar de Alborán. La costa de Marruecos desde
Alhucemas hasta Ceuta, las dos columnas de Hércules (Jebel Tarik y Jebel Musa,
Gibraltar y Ceuta), la costa de Fuengirola, Benalmádena , la bahía de Málaga...
Justo debajo de nosotros y cerrando el círculo, los edificios de las playas de
Torrox.
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Paredones del Lucero dando al sur |
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La Axarquía, el mar de Alborán y África |
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La sierra de Mijas, Benalmádena, Torremolinos, Fuengirola... |
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La foto es mala, hecha a la carrera y cuidando el equilibrio. Es el estrecho de Gibraltar, las columnas de Hércules, Jebel Musa y Jebel Tarik, Ceuta y Gibraltar |
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Jebel Musa, encima de Ceuta |
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Pino retorcido por el viento |
No
son estas las únicas vistas. En un determinado punto y en dirección contraria,
principia a verse Sierra Nevada que en estos días claros de invierno destaca absolutamente
blanca y brillante. La perspectiva desde aquí, al suroeste de la Sierra, es poco
conocida y resulta chocante porque en ella domina el Veleta y el Caballo, en
lugar de cerrar la cordillera, aparenta estar en su centro. Desde aquí abajo no
se distingue el Mulhacén pero justo arriba, en la cima del Lucero, sí.
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Sierra Nevada 1 |
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Sierra Nevada 2 |
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Sierra Nevada 3, la Rinconada de Nigüelas y el Caballo |
Hay un punto llamado mirador del agua en el que simultáneamente se distinguen entre los pinos los barcos en el mar y África en el horizonte mientras que al volver la vista, vemos la nieve de la Sierra.
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El Veleta desde el mirador del Agua |
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A un lado la nieve |
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Al otro el mar, los barcos y Marruecos |
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El mirador del Agua |
La
comida la hicimos en el camping del pantano de Los Bermejales. Estuvo bien y
fueron amables y atentos pero siendo miércoles aquello estaba desangelado (justo
el exceso contrario que dicen se da los fines de semana) y había poca cosa
disponible en la carta. Eso sí, unas estupendas panorámicas de las montañas enmarcando
las aguas del pantano, ahora hasta los topes. Un paisaje como muy nórdico.
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Cicatriz de las heridas en la corteza para resinar a los pinos |
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El agua del Cacín |
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El pantano de los Bermejales con el Lucero de fondo |
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La presa de los Bermejales |
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Lucero y lucerillo
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