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Río Dílar |
Esta
semana ha hecho mucho calor. Estamos entrando en la canícula y la temperatura
pasa a ser un criterio determinante a la hora de elegir ruta. Y pocas tan
frescas como la que remonta el río Dílar desde la central eléctrica. Los
continuos cruces de orilla que hay que hacer, metiéndose directamente en el
agua, proveen de refrigeración al caminante que además se ve protegido del sol
por lo umbrío y arbolado del paraje.
Esta
vez tampoco hemos estado los cuatro (ya se sabe que somos gente mayor pero por
eso muy ocupada) aunque hemos suplido las faltas con la incorporación de las
nuevas generaciones. Y no perdonamos la cerveza y hasta una segunda fase de vino
y pescado.
El río Dílar nace arriba bajo el Veleta, en la zona de los lagunillos. Cuando deja las alturas y las praderas, antes de presentarse en la Vega, se encajona en un angosto barranco o casi mejor dicho, cañón. A un lado se despeña la línea de cumbres de los Alayos y al otro los arenales dolomíticos que bajan del Trevenque y que terminan en espectaculares tajos en la Boca de la Pescá. Por entre medias, en el estrecho hueco que queda, corre el río Dílar sombreado por un tupido bosque de ribera. En algunos tramos el soto es especialmente espeso y está formado por chopos, sauces, olmos, zarzamoras, juncos, torviscos, cornicabras, majuelos, etc. En sus límites los olores a lavanda, tomillo, salvia, romero, etc, aliñan el camino. Mucho mas rala es la vegetación en la zonas de arenales dolomíticos donde se reduce a los espartos y algunos tomillos y espliegos. Por la otra parte densos pinares visten las cuestas y barranqueras.
El camino comienza en el merendero Los Alayos poco antes de la central eléctrica. Es una zona habilitada como recreativa con mesas junto al río, lo que da idea de lo poco recomendable que resulta en los fines de semana y fiestas de guardar. La ruta es sencilla, de poco más de 10 Km. ida y vuelta y sin pendientes fuertes. Por indicar alguna complicación que en realidad es uno de sus atractivos, el cruce del río. Se pasa continuamente de una orilla a otra metiéndose directamente en el agua, a veces a la altura de la rodilla. Durante épocas más frías puede ser un inconveniente serio pero ahora es un placer ir mojándose los pies a cada poco y andar por el agua absolutamente cristalina y virgen nacida del deshielo. Una excursión anfibia y por tanto el calzado debe ser ad hoc, que se pueda mojar y que suelte rápidamente el agua para no ir chancleteando (nada de botas de montaña impermeables en las que una vez ha entrado el agua ya no sale).
Otro atractivo de la ruta es la central eléctrica "Nuestra Señora de las Angustias" (¡que imaginación poniendo nombres!). Está todavía en uso y se puede oír el zumbido de las turbinas. Se alimenta de las aguas del canal de la Espartera, tan conocido por los senderistas, y que rodeando la Boca de la Pescá cae por una tubería de 407m de caída. La inauguraron a principios de los años veinte del pasado siglo. Su destino no fue el alumbrado público sino el suministro de electricidad a la fábrica de pasta de papel obtenida del esparto que existió en Benalúa de Guadix. Una línea de alta tensión conectaba la central y la fábrica. Yo esto no lo sabía y me acabo de enterar con sorpresa de que el canal de la Espartera no se refiere a ninguna señora sino a una sociedad anónima ("la espartera de Benalúa"). En su tiempo fueron importantes obras de ingeniería la línea de alta tensión y la central: Hoy día el canal sigue impresionando por su inaudito y dificultoso trazado. En el enlace se describe el canal, la línea y la central mientras que en este otro enlace se habla de la historia de la fábrica.
Y ya por último ese comentario sobre lo que más importa a la afición: ¿como se come y se bebe?. Pues muy bien. El merendero Los Alayos está en mitad de una alameda junto al río. Abierto y diáfano, el fresquito y el ruido del agua acompañan la consumición. Este viernes estaba muy tranquilo (no respondo un domingo). Aunque no nos quedamos a comer (ya se sabe, las obligaciones de la gente de edad) sí nos tomamos unos refrescos con una magnifica tapa de embutidos y de tortilla. Se come aquí lo que toda la vida se ha comido en los merenderos y a juzgar por la muestra y por las referencias se come muy bien. Tanto que procuraremos otra ruta por la zona sólo para volver a este establecimiento antes de que cierre en septiembre. Y bueno, sólo añadir que la parte que mantuvimos el campo terminamos comiendo "pescao frito" con unos vinos fresquitos en los Diamantes. Pero eso además de no tener mérito por ser valor seguro está fuera del contexto de la ruta.
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Desayuno en Armilla |
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Esta foto es de este invierno desde el canal de la Espartera. La ruta de hoy va por el fondo de ese cañón. |
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El equipo(sin reportero) |
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Aprendiendo a vivir al borde del precipicio |
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¡Están locos estos romanos! pensarán al vernos allí por gusto |
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El inicio del camino |
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Entre los escarpes... |
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...y el río |
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Pues eso, a darle a los pies... |
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Los tramos al sol, a plomo caía |
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Espesuras del soto |
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Umbrías |
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Río Dílar |
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Un partidor, no se si de acequia de riego o algo de la central |
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Hay que tener cuidado al andar con las zarzas y ramas secas |
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Zarzamora |
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Esta no se lo que es, cuando lo averigüe lo pondré |
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Un granado, que me llamó la atención por estar en flor, a mediados de julio!!! |
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El río... nunca se deja de oir... |
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Cruzando el río I |
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Cruzando el río II |
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El río en su laberinto |
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El camino cruza continuamente de una orilla a la otra |
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Que fresquito! |
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A partir de este los tragos ya no fueron de agua |
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Tonteando en el río |
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Un alto en el camino |
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Agua |
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Más agua |
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El agua fresca y clara es vida y prosperidad |
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El sonido del agua |
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Y la vuelta como siempre, al trote cochinero porque ya se huelen las tapas. Bueno, eso los mayores, los menores a sus cosas... |
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A la orillita del río |
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Pues eso, merendero los Alayos |
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No venden tabaco, no admiten perros y no se puede entrar sin camiseta pero es un sitio muy agradable |
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Esto es tapa, no raciones. Y falta la tortilla de patatas, que rica! Aquí lo creativo no es la cocina sino la conversación |
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