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martes, 4 de agosto de 2015

Excursiones por el mesón El Jabalí, Prado Negro

Mesón El Jabalí. Prado Negro
A lo largo del curso 2014-15 se han ido quedando atrás excursiones que no han salido en el blog. Por falta de tiempo, por pereza o por lo que sea. Por eso se me ha ocurrido, aprovechando el parón veraniego, hacer dos o tres entradas que recojan y resuman esas excursiones. Retales perdidos nuevamente cosidos.

El primer capítulo fue el de las orquídeas. En este se me ha ocurrido agrupar tres que tienen en común la comida en el mesón El Jabalí, Prado Negro. Un criterio como otro cualquiera.

1.- Cerro de Buenavista

Sierra Nevada desde la caseta de vigilancia de incendios de Buenavista.

Esta excursión la hicimos a finales de enero. Después de unas buenas nevadas entró un anticiclón que bajó mucho la temperatura de manera que la nieve se heló y aguantó mucho. Y claro, nos encontramos mucha, quizás demasiada. En algunos sitios era difícil avanzar porque nos hundíamos hasta media pierna y había quien llevaba botas de a quince euros o algo así. Se produjo alguna tensión en el grupo pero se apagó rápidamente cuando llegamos al Jabalí y aparecieron las morcillas, las papas a lo pobre y todas esas cosas que ponen por allí.

Pasado el puerto de la Mora, en el desvío de Prado Negro, sale una carretera asfaltada a la derecha que va hacia unas canteras. Antes de llegar a ellas dejamos el coche a la entrada de un carril con cadena que sale a la derecha. La ruta es circular, con subida a la caseta de vigilancia de incendios que hay en el cerro de Buenavista para desde allí bajar a la antigua carretera de Tocón y La Peza desde el puerto de la Mora. Se llega hasta la cercanía de Puerto Blanco y desde allí, por pistas forestales, se rodea por debajo el cerro Buenavista y se vuelve al coche.

Mucha nieve en la primera parte. Pinares de pino silvestre y laricio, también resinero. En algunos sitios la nieve era tanta que costaba ver el camino. Por suerte alguien había pasado antes que nosotros y había dejado sus huellas como guía.

Las vistas desde arriba corresponden al nombre. Son similares a las de todas las casetas de incendios de esta zona, magníficas y de visión redonda. En esta excursión más espectaculares aun por estar todo el entorno blanco y helado. El día frío a cambio dejaba un aire transparente, apenas alguna columna de humo en el horizonte de alguien quemando ramón.

La comida en el Jabalí. Lo de siempre pero al calor de la chimenea. Una buena chimenea, especialmente los días de nieve, es el complemento ideal para el vino la morcilla, los roscos de anís y la coñada. La lumbre de las chimeneas, al contrario de lo que hace la televisión, no corta las conversaciones sino que las fomenta.







Sobremesa en la chimenea

Los ricos rosquillos del lugar



2.- Acequia del Fardes

El Mulhacén desde la acequia del Fardes

Después de la nieve de un poco más arriba, ya estamos en primavera, principios de mayo. Un día espléndido con una temperatura agradable, casi perfecta. La ruta que hicimos consiste en remontar la acequia del Fardes desde la fuente de los Potros. Pero en lugar del camino normal señalizado como sendero de las Mimbres, nosotros seguimos andando junto a ella hasta la altura del cortijo de Linillos, donde ya se da cara a Carialfaquí. 

En este segundo tramo la vieja acequia está inutilizada. La vera no está cuidada como en el primer tramo pero no tiene pasos complicados, se anda bien y es igual de bonita. A lo largo de toda la acequia, de origen medieval, llaman la atención una especie de puentecillos cada pocos metros. No son para el paso de personas o animales sino para el agua y el barro. Están hechos en los barrancos y torrenteras para que en las épocas lluviosas y en las tormentas las escorrentías y el barro y las piedras que arrastran, pasen por encima sin cegar su cauce.

Al final, cerca de Linillos, hay unas trincheras gubernamentales de la Guerra Civil. Son mucho más toscas y pobres que las rebeldes, bastante más costeadas, que están enfrente haciendo arco en torno a la Alfaguara. Estas debieron ser mucho más duras de vivir que las contrarias donde incluso hay habitaciones caprichosas con chimenea y arco califal de entrada (Trincheras de la Sierra de la Yedra)

La vegetación de esta zona es importante y muy interesante tanto en otoño como en primavera. Está formada por un denso bosque de encinas y quejigos entremezclados con majuelos gayombas y ya al final del camino, con pinos. En las zonas bajas, hasta la lejana autovía y más allá,  cedros del atlas perfectamente naturalizados es esta sierra.

Esta vez la comida en el Jabalí fue en la terraza, al aire libre, con una temperatura ideal, perfecta. Ese día reparé en que en una esquina de la terraza del mesón hay un pinsapo de buen tamaño y estado. Otro detalle más que hace de Prado Negro un lugar raro e infrecuente.


El brillo de las hojas nuevas del quejigo

Majuelo en flor

Entre la acequia y el cercado de las Mimbres

Una foto

Entre gayombas, quejigos y encinas

Los puentecillos para que los barrancos pasen por encima de la acequia sin cegarla


Las trincheras que dan a Carialfaquí.

Asoman la Alcazaba y el Mulhacén

El Jabalí y María, su vigilanta

Creo recordar que era jabalí en salsa
El pinsapo de la terraza de El Jabalí


3.- Peñón de la Cruz


El Peñón de la Cruz desde la terraza de El Jabalí
Empezamos en invierno, pasamos a una primavera agradable y terminamos en un verano anticipado. Fue a mediados de junio pero ya era verano riguroso completamente entrado. La ruta, la subida al Peñón de La Cruz, el pico más alto de Sierra Arana. Inicio de la ruta en la misma puerta del mesón y la vuelta directamente a la mesa y el mantel.

Para ir ganando altura no acometimos de frente el cerro sino que nos fuimos hacia la derecha por el carril, para ganar suavemente altura. Al llegar a un cortijo que no recuerdo ahora como se llama, giramos en dirección contraria hasta colocarnos en la base del Jinestral y desde ahí, junto a la Cabeza del Caballo, hasta la cumbre del Peñón. No hay veredas casi en ningún sitio. En algunas partes se anda bien pero en otras, los repechos del peñón, bastante mal porque es terreno cárstico, de piedras desnudas y fragmentadas por las que hay que ir saltando. 

Las vistas no defraudan a pesar de que a nosotros nos tocó un día sucio de verano, de mucha calima y atmósfera sucia. A la vista Iznalloz y toda la comarca de los Montes hasta más allá, hasta que el altiplano se pierde en la Sagra. Al norte Sierra Mágina, al sur Sierra Nevada, debajo Prado negro, el Majalijar, toda la sierra de Huétor y al fondo el Peñón de la Mata y la Vega. En un día claro deben ser magníficas.

La vegetación no es gran cosa, son cerros bastante pelados y en las zonas altas ocupados casi completamente por piedras y piornos. Apenas unas grandes manchas de sabina rastrera (juniperus sabina) en el collado antes del Peñón.

La bajada la hicimos a lo bestia, bajando derechos a Prado Negro. No hay verea, la pendiente es enorme y el suelo muy suelto y con grava. El temor a un fuerte resbalón (con el riesgo de romper el culo de los pantalones en uno de ellos) obliga a bajar en tensión extremando las precauciones. Resulta una bajada agotadora. Cuando se alcanza el carril que lleva a Prado Negro la alegría es grande, aunque no mayor que la que produce alcanzar el pilarillo donde refrescarse un poco y siempre menor que la que da esa primera cerveza helada, a la sombra, en la terraza del Jabalí. Esta vez, además de lo habitual, comimos venado en salsa (de importación porque en estas sierras no hay de eso). Me gustó más el marrano de la vez anterior.



Muy de mañana (o quizás menos) preparando la caminata

Al fondo la Cabeza del Caballo

Subiendo por el incómodo terreno de piedras quebradas

La cumbre

Desde arriba el Jinestral y la Cabeza del Caballo

Majalijar y al fondo el Peñón de la Mata


Poca nieve en la Sierra

Vuelta a bajar el incómodo pedregal

Refrescándose en el pilarillo de Prado Negro


1 comentario:

  1. Pimo, muy bueno el artículo y muy buenas fotos.
    Saludos.

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