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domingo, 16 de noviembre de 2014

Del nacimiento del Guadalquivir hacia Puerto Llano. Quesada.


Prevista desde el principio del otoño y suspendida por contratiempos varios, al final vinimos a dar con el peor día. El caso es que no conseguimos completar la excursión. Y no  por falta de fuerzas o ganas sino por el tiempo, por la cosa de la meteorología. Por el frío, la lluvia, el viento y la niebla, que como su propio nombre indica, impide una correcta orientación, especialmente en los tramos sin camino o verea.

De manera que nos quedamos sin vistas, sin grandes paisajes. Pero ganamos en colores. Chorreando de humedad se sobresaturaban y brillaban en la luz mortecina del temporal. Ganamos sobre todo en misterio. Entre la espesura blanca, las siluetas de los pinos de pronto aparecían apenas insinuadas y con la misma rapidez desaparecían. Algún poeta del grupo dijo que no estábamos en sierra alguna sino en medio de un montaje, de un escenario expresamente inventado para una película de terror. Por suerte no nos encontramos ni al monstruo ni al asesino.

Pero eso es hacer del vicio virtud porque sí, las vistas las perdimos. Y no son poca cosa que son enormes. Andábamos ciegos justo a la espalda del perfil de montes al que D. Antonio Machado, cuando anduvo por Baeza, dedicó ciertos versos que no me resisto a reproducir:


En la sierra de Quesada
hay un águila gigante,
verdosa, negra y dorada,
siempre las alas abiertas.
Es de piedra y no se cansa.

Pasado Puerto Lorente,
entre las nubes galopa
el caballo de los montes.
Nunca se cansa: es de roca.

En el hondón del barranco
se ve al jinete caído,
que alza los brazos al cielo.
Los brazos son de granito.

Y allí donde nadie sube,
hay una virgen risueña
con un río azul en brazos.
Es la Virgen de la Sierra.


Conforme subimos va espesando la niebla

Cañada de las Fuentes

Barranco de los (frailes) teatinos, según el IGN

La carretera por la que empezamos y acabamos la jornada

La humedad pegada a los troncos

Era nuestro plan llegar hasta el pinar de Puerto Llano desde la Cañada de las Fuentes  y Nacimiento del  Guadalquivir. Dejar el coche junto a la casa forestal y subir por el antiguo camino que va a Tiscar, atravesando la loma de Cagasebo para llegar a Puerto Llano en los pies del Cabañas. Desde allí bajar por la carretera  que viene de El Pozo para desviarnos por un barranquillo  y volver por una antigua pista maderera.

Esa era nuestra intención pero, por elemental prudencia, nos volvimos cuando intentábamos alcanzar el Pino de la Entrega, en la Loma de Cagasebo. La niebla no es buena para andar monte a través.  

Fueron al final poco más de 8 kilómetros y unos 500 metros de desnivel. El camino viejo y descuidado, medio desaparece en algún sitio por lo que hay que prestar alguna atención. Pero fue la mayor dificultad la lluvia, que llegó a ser agua nieve en algún momento. Y la humedad por debajo de los impermeables y el frío que restregaba el viento por la cara y las manos.

Entrando en las espesuras

A ratos diluviaba 

En cada barranco, agua


Es esta parte de la sierra inhóspita y profunda, alejada de toda humanidad y apta para que se enriscasen, como efectivamente hicieron, monfíes moriscos y guerrilleros maquis. Paisaje perdido y lejano, calizo, cárstico, lleno de torcas, lapiaces, abrigos y cuevas. Admirable grande pero que se nos ocultó y que apenas pudimos imaginar entre las nieblas. 

Las últimas hojas del quejigo

Antigua cañada ganadera que viene (o que va) a Tíscar

A ratos levantaba algo la niebla

Pinos vestidos de líquenes






A pesar de la niebla, el otoño

Las crestas, paredes y laderas de piedra caliza son el fondo perfecto para la vegetación, que en esta ruta es variada, importante e impactante.

El camino lo bordean majuelos, escaramujos, durillos, quejigos, arces y en las zonas más expuestas a la sequía, encinas y chaparros. Por los rincones más umbríos los líquenes ahogan ramas y troncos, los musgos tapizan las piedras. Y conforme se sube, aparecen piornos y masas rastreras de enebro común, adaptadas al viento y a la nieve. A cada paso, arriba y abajo, los arces. Arces de las dos variedades que se dan en estas tierras, la llamada granadina y la de Montpellier. No están teniendo una otoñada especialmente gloriosa porque el año viene muy raro y yo creo que están desconcertados y no saben que hacer: unos ya han perdido todas las hojas mientras que sus vecinos todavía las tiene verdes.

Después del verano extra seco, del octubre veraniego, en las últimas semanas ha llovido bastante. Todo el camino lo hicimos con el canto del agua alternado con el de algún pájaro y el del aire en las hojas de los pinos. Por cada barranquillo baja un regato de agua que  conforme se van juntando forman buenos torrentes. Al nacimiento del Guadalquivir llega ya un río bien crecido. 


Bosquete y regato

Arce, acer opalus granatensis

Bosquete de arces

Hojas de arce de Montpellier, acer monspessulanum



Majuelo

Majuelo y líquenes

Arce y gotas de lluvia en las ramas
Las dos variedades de arce, el granadino y el de Montpellier


Todo lo visto está muy bien para quienes les guste mirar las plantas, pero la auténtica atracción de este rincón,  por la que es conocido, es la Tejeda que se esconde a corta distancia de la Cañada de las Fuentes. La forman tejos dispersos entremezclados con absurdos pinos de repoblación. El ejemplar más viejo es el que llaman “tejo milenario”, rodeado de un mirador con baranda de madera en plan monumento, que lo es. No vamos a discutir aquí si es milenario o no. No lo haremos por falta de conocimiento y porque da igual que sean mil que setecientos años. Sean los que sean es tremendamente viejo y antiguo

El tejo europeo, taxus baccata, se asocia por su longevidad a la vida eterna, la transcendencia y la inmortalidad. Por eso, en la cornisa cantábrica y en otras partes atlánticas del continente,  tradicionalmente se ha plantado junto a ermitas y cementerios. Es una especie propia de climas norteños fríos y húmedos. Su presencia tal al sur y con individuos de semejante porte no es corriente.





Las hojas, como pelos de barba de vieja, acaban brotando de la misma corteza


El tejo es la insignia botánica del lugar pero otros árboles no le desmerecen en nada. Son los pinos salgareños, pino laricio, pinus nigra, que domina en estas alturas. Es de corteza clara y hoja oscura. El tronco y las ramas principales son de gran tamaño que se realza por una copa  comparativamente pequeña. Adopta formas caprichosas, desde los ejemplares de tronco completamente recto a otros retorcidos y enmarañados o los que adoptan forma de candelabro. En las cornisas más altas y expuestas al viento adquiere una forma característica que se  denomina pino bandera.

El denominado pinar de Puerto Llano está, como la tejeda, incluido en el catálogo de arboledas singulares de Andalucía. La visión de conjunto es de mérito  pero en nuestra excursión la niebla alteró la normalidad y no veíamos el espectáculo completo. Apenas individuos aislados que aparecían y desaparecían. Siluetas difusas de aspecto misterioso, de cuento de brujas. 

Los pinos, aunque menos nombrados que los tejos, son el alma vegetal de esta parte de la Sierra.


Pino sobre enebros rastreos

Pino candelabro



Viejo pino muerto de viejo



Casi alcanzando la Loma de Cagasebo y el Pino de la Entrega, dimos media vuelta por la poca visibilidad. Acosados por la lluvia buscamos aprisa el coche para refugiarnos y comer algo. Pero en el paresurado regreso el agua nos dio un respiro y montamos sobre una piedra el agradable refrigerio: vino, cerveza, queso de cabra, morcilla blanca de la tierra y otros detalles reparadores. 

Concluida la jornada, tras asearnos y dar un paseo nocturno por las calles de Quesada, nos acercamos al Bar Marisol. Y ya se sabe, una buena liga como se dice en Quesada. Mucha caña, mucho vino, choto frito con ajos y, de conformidad con la temporada, unos guíscanos (o níscalos que les llaman por ahí) muy ricos. 


Acabó la jornada en la lumbre, con coñases, gintonises, galletas de chocolate y conversación. Su tenor fue progresando hasta alcanzar, como suele en estas ocasiones, alturas filosóficas de pensamiento auténticamente elevado.

Refrigerio de mediodía

Deseando llegar al coche

Choto frito con ajos

Guíscanos

"almejitas del Cantábrico"

Fin

5 comentarios:

  1. Que bonito es pasear con buenos amigos aunque sea por sitios espectaculares.
    Muy chulo. Besos para ti y los tres mosqueteros

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  2. Me ha gustado mucho tanto las fotos como el artículo.
    Enhorabuena por este "peazo" reportaje.
    Un abrazo.

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  3. Te mejoras cada día más al relatar una jornada extraordinaria. Las reseñas botánicas son extraordinarias, la comparación de la hoja del arce, los tejos y el pino salgareño, son de auténtico experto conocedor de la zona y un gran aficionado y lector de dichos endemismos.

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  4. Magnifica la ruta¡¡¡¡ Y es que el Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas. Mis rincones preferidos de este espacio natural son barranco de Guadalentin y los Campos de Hernan Perea, os dejo un articulo sobre Cazorla:

    http://casasruralescastril.com/el-parque-natural-de-cazorla-segura-y-las-villas/

    Saludos

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