Se
podría decir de esta dehesa del Camarate que es lugar remoto, oculto y aislado.
Y que lo es no por una sino por varias razones que se superponen como sucesivas
capas protectoras
Tiene
Sierra Nevada casi 180.000
ha. Es tan
extensa que dentro del parque natural hay un parque nacional que es, a su vez,
el más extenso de los parques nacionales. En este espacio tan grande y junto a
los más nombrados, hay rincones escondidos y abandonados, poco o nada vistos, escasamente
conocidos y visitados. Las comunicaciones no son siempre el motivo del
desconocimiento. Hay pueblos que estando protegidos por kilómetros y kilómetros
de curvas y curvas están concurridos
hasta la saturación. Aparentemente aislados, son poco o nada rústicos, mas bien
cosmopolitas, habitados y visitados por gentes de medio mundo.
Lugros
no es de esta calidad sino de la contraria. Con buenas carreteras, a poniente
de Guadix, es pueblo pequeño y remoto, de la España profunda y olvidada. Su
nombre y existencia son casi universalmente desconocidos.
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Es el Camarate un secreto muy escondido |
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Refugiado en los barrancos |
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Bajo el Picón de Jerez |
Poco
antes de entrar en Lugros, un camino de tierra lleva hasta la cancela que
cierra el paso a la dehesa del Camarate. Es finca extensa, dedicada hasta hace
poco a la ganadería de lidia. Todavía es para muchos no un enclave natural sino
lugar de toros. Buena parte de los pocos
que conocen el Camarate lo asocian a sitio
peligroso al que no conviene ir. Se reduce aun más el público potencialmente
interesado en este monte.
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Área de reserva del parque nacional |
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Ya no es ganado bravo |
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Cercas y puertas para el ganado |
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espesuras |
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en las que como cabras pace el ganado |
La
última línea de defensa es su acceso. El camino de tierra que lleva al Camarate
es un camino infernal, de muchas piedras y poca tierra, de hoyos y tajos por
donde cruzan las escorrentías. Un camino imposible para los coches no
especializados. Si se opta por hacer esta pista andando, se le añade a la ruta casi
4 kilómetros
de ida con su vuelta de otro tanto. Alargamiento monótono que apenas aporta más
que cansancio y aburrimiento. Como no todo el mundo dispone de vehículo
adecuado, se reduce aún más el número de potenciales visitantes.
Quizás
por suerte para su conservación, es lugar de muy dificultoso acceso.
Respecto
a nuestra excursión. Desde la puerta de entrada hasta las alturas en las que desaparecen
los árboles hay unos 6
kilómetros de ida, casi seiscientos metros de desnivel. Distancia
muy cómodos de andar porque, paradójicamente, más allá de la puerta que impide
el tráfico rodado, la pista es magnífica de trazado, piso e inclinación, muy
costeada de construcción.
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La cancela que corta el paso motorizado |
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Los primeros contraluces |
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un camino cómodo |
La
semana anterior sufrimos lluvia, viento, frío y niebla (enlace) y unos días
después el día es soleado y casi caluroso, a ratos casi de manga corta. Es raro este otoño. Nunca hubo otro igual. Al
menos desde la última vez en que hubo un otoño templado que fue uno de estos
últimos años.
Nada
más cruzar la cancela que corta el paso motorizado hay unos corrales, hoy vacíos, y una ermita abandonada que ocupan el
estrecho y extremadamente umbrío barranco por donde corre el río Alhama;
afluente del Fardes, que lo es a su vez del Guadiana Menor y este del
Guadalquivir. Nace en la base del Picón de Jerez. Y por aclararlo ya: sigue
habiendo ganado pero no es el de lidia es de comer y tiene un aspecto apetitoso.
Pero que no sea bravo no significa que no sea montaraz y que amedrente
simplemente con una mirada o con un gesto, como el de la madres que se
incorporan para interponerse, con gesto serio, entre su ternero y el hipotético
peligro caminante.
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La ermita abandonada de la ganadería |
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Buen camino |
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Arrancamos a andar |
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las umbrías del río Alhama |
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tiene buen trazado y desnivel suave la pìsta |
Dicho
todo lo anterior es necesario precisar que la dehesa del Camarate, más allá de
la cosa taurina, destaca por la cosa vegetal, la cosa del ecosistema. Su
soledad y despoblamiento ha permitido la supervivencia de un bosque caducifolio
magníficamente conservado. Es raro y especial por su buen estado pero también por
su latitud: es paisaje de un tipo que habitualmente se asocia con el norte y con
el Atlántico. Por eso sorprende en el sur y a pocos kilómetros del Mediterráneo
y la costa africana.
El
bosque es un gran robledal de melojo salpicado de arces, cerezos, quejigos y
mostajos. Todos ellos de hoja caediza. Por debajo de los árboles hay majuelos,
rascaviejas, agracejos y escaramujos. Conforme se gana altura aparecen los
piornales y nebrales y en los bordes y solanas encinas, praderas en los claros
del monte. Toda esta vegetación ha estado aquí desde siempre. Poca o ninguna
repoblación hay, no hay pinos ni chopos ni nada por el estilo. Es una suerte de
exposición vegetal, de museo.
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Bosque de robles melojos |
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caminando entre robles |
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hojas de roble |
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hojas de arce |
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Entre los robles, un arce |
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Uvas de agracejo y detrás escaramujo (tapaculos) |
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Las últimas hojas del cerezo |
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En las solanas las encinas se entremezclan con los robles |
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Un mostajo o serbal |
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fruto del mostajo |
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Más frutos que hojas le quedan al mostajo |
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Arriba van faltando los árboles y aparece el piornal |
Nuestra
ruta, haciendo caso a la advertencia del cartel de la entrada (y sin otro
remedio porque nos obligan las cercas que se han levantado últimamente), se
ciñe a la pista principal. Conforme vamos subiendo se abre el horizonte; al
frente aparecen las nieves y el Picón de Jerez, el primero de los tresmiles; a
la espalda los llanos de Guadix y las cárcavas de tierra roja que perfilan los
valles rehundidos, plantados de melocotoneros y alamedas.
En
esta parte alta hay un tentadero rodeado de nogales, serbales y magníficas vistas. Hoy está abandonado
y es arqueología taurina pero conserva chiqueros, burladeros y hasta un pequeño
palco. Con gran valor y arrojo nos fotografiamos en sus medios.
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cortijo del Camarate |
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Ovejas, vacas, prados... |
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Detrás de los mostajos se ve Lugros, Polícar, Beas y Marchal. |
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Picón de Jerez |
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El antiguo tentadero |
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En los medios |
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Pasas, nueces y pistachos en el descanso |
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Empezamos a bajar |
A
poca distancia del tentadero hay una pequeña tejeda y en ella un tejo de buen
tamaño y antigüedad, escoltado por un roble y un mostajo. Junto al roble un
pequeño plantón que, si lo dejan sobrevivir, será dentro de unos cuantos siglos
el nuevo tejo viejo de la tejeda.
Para
llegar hay que desviarse unos metros y andar por terreno abierto, relativamente
fácil excepto en la zona de desprendimientos. Se dan porque en determinadas
partes rezuma agua que por las noches se hiela. Sobre el hielo resbala la
tierra que, empujándose una a otra, termina por echar grandes masas de barro
ladera abajo.
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Buscando la tejeda |
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El viejo tejo |
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el tejo chico |
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Paso embarrado |
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Volviendo al camino |
Es
como se decía arriba, un bosque infrecuente por aquí. Según cuentan, es tupido y refrescante en verano y hermoso en
primavera cuando florecen los cerezos. Pero por ser caducifolio tiene sus mayores
glorias en el otoño. Incluso en otoños como este de 2014, raro con ganas, y que
tiene desconcertados a los árboles.
Buscando
el otoño del Camarate nos fuimos para allí el veinte de noviembre. Quizás ya un
poco tarde. Los cerezos había perdido casi todas las hojas, los arces bastantes
de ellas pero estaban en todo su esplendor robles y serbales.
En
otoño el Camarate es ante todo color. Hay dorados absolutos junto a tonos rojos,
ocres, pardos, y grises en los árboles desnudos que ya han perdido la hoja. Son
colores húmedos en las umbrías, brillantes en las solanas, lechosos en las
alturas.
Por
suerte, el día no estaba cubierto ni lluvioso porque si así hubiera sido se
habrían saturado tanto de color las fotografías que parecerían retocadas e
irreales por exageradas.
Y
una gran alegría que teníamos ya de vuelta en el coche, camino de Lugros, de la
cerveza fría y la panceta caliente. Íbamos botando dentro del coche al ritmo de
los baches y saltos del camino, chillando y saltando como críos a la busca de
nuestro premio.
Comimos
en el Bar Mariano, en la plaza der Lugros, a 1.250 metros, al aire
libre y casi a finales de noviembre... Lo hicimos bastante bien y a buen
precio, olvidando experiencias antiguas poco afortunadas (en semejante secano
nos pusieron una tapa de sardinas, tiesas y sequerosas). Echamos allí un buen
rato comiendo, bebiendo y discutiendo, rodeados de pedigueños: perros, gatos y
alguna avispa despistada que no se había enterado del mes en que vivía. Lo mas
destacable fue el melocotón en almíbar casero, muy rico. También un buen
güisqui servido en copa de coñada. El vino, del lugar, no estuvo malo.
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Queso en aceite. Hubo además lomo, tocino, morcilla, chorizo, tomate y jamón |
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Un lugareño pedigüeño |
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Melocontón en almíbar de su madre del bar (se nota en el corte que no es industrial) |
Ya
bien comidos y bebidos, nos acercamos a Polícar para visitar las bodegas
Vertijana. Son pequeñas, limpias y modernas,
nos atendieron con amabilidad. Y nos llevamos unas botellas para
catarlas tranquilamente en algún alboroque prenavideño. Ya veremos como
resultan, seguro que bien.
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Volviendo a Granada ya anochecía |