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Cumbre del Majalijar |
Situado en un extremo de la línea de
cumbres llamada Cuerda de la Gallega, es con 1.878 metros el pico
más alto del Parque Natural Sierra de Huétor. Realmente esta capitanía de
altura lo es sólo a efectos administrativos pues es el pico más alto dentro de
los límites administrativos del parque. Fuera de ellos no porque pegada está
Sierra Arana que roza los 2.000
metros superándolos en la cumbre del Peñón de la Cruz.
La raya que separa una y otra sierra es inexistente en lo físico, invisible, puramente
administrativa y política como las fronteras de la selva o del mar. No es por
tanto la altura lo que le da fama al Majalijar, siempre ensombrecido por sus
vecinos. La fama le viene por su posición central en el parque y sobre todo por
su aspecto bravo y enriscado.
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La Cuerda de la Gallega desde el cortijo de Linillos |
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Los paredones de piedra que rodean el Majalijar |
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De mañana, octubre |
Según se lee en las redes hay cuestiones
sobre la propiedad del Majalijar y discusiones por el acceso a su cumbre. Parece
que por la parte norte, que es la más fácil y corriente (al sur es un paredón
vertical de piedra caliza), es de propiedad particular. Cercas de alambre
vallando el terreno y algunos carteles
así lo indican. En los foros de senderismo hay mención a discusiones y
problemas, aunque en algún otro he leído que lo que molesta realmente a los
propietarios son las motos de dos y cuatro ruedas. No lo se. El caso es que el
pasado año 2014 la red de voluntariado del Parque “diseñó” un acceso libre de
problemas. Partiendo del cortijo de Linillos asciende por el extremo oeste de
la Cuerda de la Gallega y crestea hasta el pico en el otro extremo. Esta fue la
ruta que seguimos.
La “ruta oficial” del Parque es
relativamente corta y relativamente fácil. La únicas dificultades son algunos
repechos bastante fuertes, la ausencia de vereda reconocible en más de la mitad
de camino y ya arriba, el suelo calizo y pedregoso que en algunos lugares, como luego se verá,
forma buenas muestras de lapiaces. Hay otro pequeño inconveniente en la ruta
que es la señalización, rayas blancas y amarillas indicativas de pequeño
recorrido pintadas en piedras y troncos. El problema es que están pensadas para
el que sube, unidireccionales. Para el que baja es difícil verlas y como la
vereda no está muy marcada es fácil desviarse.
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El arranque junto a la C.F. de la Minas, donde empieza la pista del Cerro del Corzo |
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Tras unos km de vereda clara entre pinos empieza lo bueno con vereda "imaginada" |
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Enfrente el cerro del Corzo y su caseta de vigilancia |
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Por tramos los repechos son fuertes |
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En el claro que amarillea allí abajo está el coche y comienza la ruta |
Hicimos nuestro paseo a mediados de
octubre en un día de temperatura perfecta en el que solo al parar el airecillo
enfriaba el sudor dando un poco de repelús (pero nada del otro mundo). El día
no fue demasiado claro, algunas nubes iban y venían formando nieblas en las
cumbres. Si perjudicaron las vistas le añadieron misterio al paisaje.
Y el otoño que entraba. Apenas se notaba
en las flores del cólchico, azafrán bastardo, tan común en esta época y en el
amarillo intenso de los chopos, siempre los primeros en otoñar. Otras señales
mas sutiles también lo anunciaban, las setas y hongos (aunque escasas este año
tan seco) y las hojas de los quejigos empezando a querer coger sus primeros
reflejos dorados.
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Choperas en Las Mimbres |
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Azafrán bastardo, Colchicum lusitanum o Colchicum autumnale, la primera señal del otoño |
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Los quejigos quieren empezar a cambiar de color |
Toda la parte alta de la Cuerda de la
Gallega, incluyendo el Majalijar, es un pedregal de caliza con las morfología
del paisaje kárstico. Este tipo de paisaje lo originan los procesos químicos (evitaré
detalles que no domino) que hacen que el agua de la lluvia disuelva la caliza y
forme surcos, cuevas, hundimientos, etc. En el trazado de este sendero se ha
tenido el acierto de hacer un pequeño
desvío para visitar una gran dolina que queda a la izquierda del caminante que
sube. Las dolinas son rehundimientos, como si fueran cráteres, formados por el
agua que se filtra al subsuelo. Esta de aquí es profunda y de paredes abruptas.
En su centro hay un mostajo o serbal, Servus aria, que con sus frutos rojos
maduros es una vistosa excepción en el pedregal pelado que lo rodea.
Porque la dolina está rodeada por un
extenso campo de lapiaces o lenares. Es este un suelo de difícil andar nacido
de cuando el agua forma surcos, a veces muy profundos, agrandando por
disolución las líneas de fractura o diaclasas de la losa original de piedra. El
resultado es una superficie rajada donde es muy difícil apoyar en firme y con
seguridad el pie.
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Se adivina el rehundimiento de la dolina |
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El hueco de la dolina |
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El mostajo de la dolina |
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Lapiaces |
El cresteo desde la dolina hasta el pico
del Majalijar es fastidioso pero sin grandes problemas. Se camina todo el
tiempo junto a la valla de alambre que decíamos antes y que en muchos lugares
está tirada o aplastada. Una vez arriba en el hito del vértice geodésico, las
vistas son magníficas. Estamos en medio de del Parque Sierra de Huétor, encima
de Prado Negro y de la zona de las Mimbres. Al fondo y como siempre en estas
tierras, las cumbres de Sierra Nevada, al otro lado Sierra Arana, detrás el
Peñón de la Mata, la Alfaguara, la sierra de Alfacar y Víznar… A lo lejos y
como un pequeño surco, el barranco del Darro pasando por debajo del Maúllo
camino de Huétor y del cerro del Sol, más tarde de Granada.
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Desde vecinos pedregales nos espían |
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El peñón del Jorobado irreconocible desde aquí |
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"Sabeores de vereas" |
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Entre la niebla nuestro objetivo, el Majalijar |
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El tortuoso camino de piedra de la Cuerda de la Gallega |
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Cumbre |
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Vistas hacia el oeste |
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Vistas hacia el este |
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La finca la Ermita, donde están recuperando el cangrejo de río autóctono |
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Allí abajo Prado Negro y quien sabe donde está ve El jabalí |
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Enfrente-arriba, las antenas en el Orduña, Sierra Arana |
La bajada la hicimos por la cara norte, la
“conflictiva”, aunque no tuvimos problema alguno. Una vez que se bajan las
primeras y fuertes pendientes pedregosas se alcanza un páramo de aspecto recio
y duro. El campo pelado está apenas salpicado de añosos majuelos ya sin hojas
ni frutos. De fondo los paredones grises y rocosos del Peñón de la Cruz.
Algunas ovejas pastan aquí y allá. Es un paisaje hermoso en su dramática y
solitaria aspereza, como deben serlo sus
inviernos.
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El páramo bajo el Majalijar |
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Añosos majuelos |
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Allá entre la niebla el Peñón de la Cruz |
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La arriscada cara sur del Majalijar |
De vuelta hacia el coche, que estaba
aparcado en el cruce donde sale la pista del Cerro del Corzo, pasamos por la
cueva de las Palomas que a pesar del nombre es más abrigo que cueva y la
consecuencia natural del karst de arriba. Y pasamos por miradores que ofrecen
una vista afilada y tremenda, como de volcán solitario, del Peñón de la Mata,
raro lugar que fue para la sangrienta batalla que protagonizó hace ya más de
setenta años.
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La cueva (abrigo) de las palomas |
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La vuelta, de cara al Peñón de la Mata |
La comida en el mesón El Jabalí de Prado
Negro. Ya se sabe, apuesta segura. La única duda fue si comer dentro o fuera y
la resolvimos salomónicamente, dentro la comida y fuera la copa con el café.
Esta vez fuimos avisados y discretos y llamamos unos días antes para que nos
guardaran unos rosquillos de anís. Que ricos!
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Rosquillos de anís |
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Sobremesa de charla y copa con Paco, del Jabalí |
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Aburrido de lo que escucha |
Para el final he dejado a una protagonista
imprevista que tuvo el día. Por la mañana a primera hora cuando dejamos el coche,
había por allí una podenca ya viejecilla y temerosa pero que enseguida se
acercó a nosotros (se ve en una de las primeras fotos). Como había otro coche allí, pensamos que sería de alguien
que estuviera por los alrededores buscando níscalos. Cuando volvimos cinco
horas después, el otro coche no estaba pero la perra allí seguía, junto al
nuestro. Al vernos se pegó a nosotros a pesar de que estaba aterrorizada,
temblando y con todo el aspecto de un agotamiento total. Ahora sí se la veía
perdida o abandonada. En el cuello tenía un collar con un teléfono pero como en
ese lugar no había cobertura, pensamos en bajarla a Prado negro y desde allí
llamar. La pobre cuando abríamos alguna puerta del coche se intentaba meter
dentro desesperadamente. La montamos delante conmigo, mansa y dócil. Cuando le
acaricié la cabeza me apoyó el morro en las piernas y entornó los ojos. En
Prado Negro le dimos de beber y comer (como comía!) Avisamos al teléfono y al
rato vinieron a por ella. Se había perdido cazando tres días antes a
considerable distancia de donde la encontramos. Se llama Lucera. Se veía por su
tetas grandes y descolgadas que había parido bastantes veces, será su oficio.
Todo fue como un poco triste y frío. Los habrá que no, seguro, pero que mal
rollo dan los cazadores con sus galgos y sus podencos.
El caso es que Lucera estaba en las
últimas. Creo que la salvamos. O no.
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Lucera |
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No podía entrar en el comedor lógicamente, Para que no se asustara y se fuera la sujetamos con el cinturón de la funda de la cámara. Ya le habíamos dado de comer. |
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Se llevan a Lucera |